Miami tuvo una transformación radical durante la segunda mitad del siglo XX. Hacia inicios de los setenta, otros latinoamericanos empezaron a hacer de Miami su nuevo hogar. La población hispano-parlante creció 2,000 por ciento entre 1960 y 1990, cuando devino la mayoría de la población. El idioma se convirtió en un tema importante a nivel local con una ordenanza en 1973 que proclamó el condado de Dade una comunidad bilingüe, y también en el área del teatro, en el que los artistas tuvieron que polemizar sobre si las obras escritas en un idioma que no fuera el español podían considerarse cubanas o no.
Esta sección habla sobre como el Miami hispano, para finales de los setenta había evolucionado de ser primordialmente una comunidad de exilados cubanos para convertirse en un centro urbano cosmopolita. Se articulan aquí este crecimiento, los dolores asociados con el mismo y la transformación de una comunidad cubana que sobrevivió al crear formas artísticas que podían abrazar todas las contradicciones de la experiencia humana, incluidas las causadas por el rigor del exilio.
A la vez que Miami se convertía en la capital del exilio cubano durante los sesenta y setenta, dos corrientes se encontraron en los escenarios de la ciudad para realzar su vida teatral. La primera se basaba en los artistas que trataban de rescatar, a través de las emociones y de la memoria, aquello que fuera útil para la reconstrucción de un pasado que difícilmente se podía dejar atrás y de otorgarle al presente un sentido. Ya fuera en la isla, como en el caso de Virgilio Piñera, o en el exilio, como sucedió con los dramaturgos ya establecidos quienes dejaron Cuba durante los sesenta, como Matías Montes Huidobro y Julio Matas, estos escritores regresaron al teatro pre-revolucionario de vanguardia.
Al mismo tiempo, otra corriente vio a una nueva generación de escritores que emergieron con expresiones dramáticas que denotaban una nueva identidad cubano-americana, a veces redescubriendo el teatro como un sitio de controversia y reflexión acerca de la condición del exilio. La dramaturgia cubano-americana despegó y los directores teatrales se inclinaron a favorecer estas expresiones teatrales por encima del drama del exilio cubano.
La primera obra del exilio
Hamburgers y sirenazos de Pedro Román se estrenó en 1962 y se montó sucesivamente
durante la década como parte del programa de Añorada Cuba. Se volvió a presentar
en 1970 en Una noche con Cuba. Usando el formato de la comedia, fue la primera
obra escrita en el exilio en que se contemplaba la saga de una familia cubana
transplantada al sur de la Florida. En otras producciones teatrales que vendrían
después, Román se movió hacia el género vernacular con títulos como Miami es
un vacilón (con Cheo en la Comisión).
Conservando viva la historia de Cuba
Los Inocentes, escrita por Griselda Nogueras y Vivian García, y dirigida
por Luis Oquendo, abrió al comenzar la década de los setenta en el
Ada Merritt School Auditorium. Usando citas de personajes famosos
del siglo XIX tales como José Martí, Máximo Gómez y José Sanguily,
la obra proveyó un marco ideal para reflexionar sobre eventos contemporáneos
en un momento en que algunos segmentos del exilio estaban perdían interés
por los asuntos internos de la isla. La obra alcanzó el momento dramático
culminante cuando se escuchó la voz de la madre de Pedro Luis Boitel
culpando al gobierno cubano por el asesinato de su hijo. Boitel fue un
prisionero político en Cuba que murió en la prisión durante una huelga
de hambre en 1972.
Voces diferentes en la escena
La producción en 1978 de Tony Wagner de Josefina, atiende a los señores:
cuentos y cortos, puso sobre la escena tres diferentes voces: Pedro Ramón
López que fundó Nueva generación, una revista dedicada al exilio; el
autor cubano-americano Roberto G. Fernández, conocido por sus parodias
sobre la experiencia diaspórica de Miami y el irreverente y logrado
novelista del exilio Guillermo Cabrera Infante (1929-2005). El
cuento de este último, que le prestó el título a la producción,
trata sobre la explotación sexual de la mujer en una sociedad
patriarcal, un tema casi nunca tocado en este medio saturado
por imágenes de mujeres en situaciones equívocas.
La noche de los asesinos en Miami
La noche de los asesinos (1964) de José Triana fue galardonada en Cuba con el prestigioso
premio Casa de las Américas en 1965 y tuvo un éxito inmediato tanto en la isla como
en el extranjero. Tony Wagner - para entonces una presencia regular en los teatros
de Miami - la montó en 1977-1978 con el Teatro Prometeo. En su puesta colocó a
los personajes en un ring de boxeo para subrayar la familia opresiva cual
microcosmo de la Cuba pos-revolucionaria. La producción de Wagner fue seguida
por al menos dos montajes de Teatro Avante durante los ochenta, el primero en
manos de Alberto Sarraín y el segundo de Rolando Moreno.
Teatro infantil
Las primeras actividades de los prometeicos (como ellos mismos
se llamaban en ese entonces) incluyeron una presentación durante
Navidad de una famosa historia infantil latinoamericana, La Cucarachita
Martina. La presentaron en español por la mañana y en inglés por la tarde.
Todas las producciones de Prometeo fueron gratis hasta 1983, cuando
comenzaron a cobrar $3.00.
Representando el bilingüismo
El bilingüismo se volvió un asunto al que tenía que ponerse atención por
necesidad, especialmente en producciones dirigidas al público joven, cuyo
primer idioma en muchas instancias ya era el inglés. Una de las primeras
obras bilingües producidas en Miami fue Chimpete-Champata & Chi-Cheñó de
Prometeo. Con esta obra, se trató de "alcanzar un ritmo en el que los dos
lenguajes se intercambiaran deviniendo uno solo, pero evitando el Spanglish,"
de acuerdo a Teresa María Rojas. El show quería que las manos negras, blancas
y mulatas se unieran, formando una línea de danza interminable encabezada por
animales pequeños y haciendo círculos al ritmo de una música infantil.
Personajes cubano-americanos suben a la escena
La producción de Prometeo en 1978 de Guaracha Rock fue probablemente una de las primeras
instancias en que personajes cubano-americanos subieron a la escena en Miami.
En esta representación "documento," los prometeicos tuvieron la oportunidad
de expresar el dolor y los placeres de la adolescencia, incluyendo el uso de las drogas como mecanismo de apoyo. La obra utilizó música
popular cubana y norteamericana para realzar las identidades biculturales.
Los cubanos y el "sueño americano"
El Súper de Iván Acosta abrió en Miami en 1978 después de la première
en la ciudad de Nueva York, en donde fue escrita. Nueva York ya
disfrutaba de la presencia de notables dramaturgos cubano-americanos
tales como María Irene Fornés y Dolores Prida y escritores exilados
como José Corrales y Manuel Pereiras. En la obra El Super, un padre de
familia pasa los fríos inviernos del norte soñando con el clima cálido
de su tierra natal, mientras que su hija americanizada se rehúsa a formar
parte de sus planes de "regresar" a Miami. La obra fue uno de los
primeros ejemplos en el que el "sueño americano" se cuestionó desde
la escena cubana de Miami.
Reflexionando sobre la experiencia del exilio
Uno de los ejemplos más tempranos de introspección sobre la
experiencia del exilio en el teatro cubano-americano fue la producción
de Prometeo en 1979 de La vieja y El viaje de Orlando González Esteva.
La vieja visita la figura de la abuela quien tradicionalmente ha sido
vista como el pilar central del hogar. El viaje, de acuerdo a Gloria
Waldman, "revive su despedida de Cuba a los 12 años; resume
líricamente el mundo idílico de su niñez. La fuerza teatral
de la pieza reside en el contrapunto entre sus recuerdos y el
mundo actual" (El Nuevo Día, 6-19-1979).
El re-encuentro comienza
El tema del re-encuentro entró en el teatro cubano hacia finales
de la década, con el comienzo del diálogo entre las autoridades
cubanas y segmentos de la comunidad en el exilio. Despegó con la
obra A Little Something to Ease the Pain (Alguna cosita que alivie
el sufrir, 1979) de René Alomá, en la que un joven regresa a
su ciudad natal de Santiago de Cuba en busca de "respuestas"
entre sus parientes que se quedaron en la isla. Se estrenó
en el Centre Stage de Toronto en 1980. La versión en español,
traducida por Alberto Sarraín, tuvo su première en Miami
con Teatro Avante en 1986.
Desde una perspectiva política, los setenta fueron una época de defensa y de militancia entre ciertos segmentos de la población del exilio de Miami. Casos de violencia directa tales como bombas e intentos de asesinatos contra quienes no demostraran más que absoluta oposición al régimen de Castro cobraron impulso. Mientras que el final de la década vio un cambio en la opinión popular reconociendo el terrorismo como una mancha sobre la imagen de la comunidad del exilio cubano, la disminución en la violencia directa no significó el final de las reacciones de línea dura.
En el campo teatral, si la política que se insinuaba en la obra no era claramente anti-castrista o si el punto de vista de los artistas no era llanamente anti-comunista, los reaccionarios de línea dura montaban protestas y organizaban boicots contra las obras que se consideraban controversiales y usaban los medios hispano parlantes para criticarlas abiertamente. El hecho de que había una base fuerte de público para estos montajes controversiales y que esos actos de violencia simbólica (y a veces real) eran denunciados demostraba que aunque las voces conservadoras prevalentes dominaban los medios hispano-parlantes de la comunidad cubana de Miami, no eran las únicas.
Ñángaras
Aquí se exhibe una copia anotada de un artículo que apareció en la prensa cubana e
internacional en 1960. El "Manifiesto de los intelectuales y artistas" estaba firmado
por figuras prominentes cubanas que pedían la creación revolucionaria de una cultura
nacional. Esta copia está anotada anónimamente por alguien que subrayó en rojo los
nombres de aquellos firmantes considerados comunistas, como Virgilio Piñera, Rosa
Felipe, Herberto Dumé y Griselda Nogueras, e incluyeron los epítetos rojo y ñángara.
"Roja como su apellido"
La primera producción de Prometeo fue El león dormido de Graham Greene en 1974.
Una recreación de la leyenda del mito de Fausto, la obra no tenía nada que ver
con la política, sin embargo Rojas fue acusada de comunista porque había escogido
a un autor que había visitado Cuba al principio de los setenta.
Flores de papel y la "Cuba roja"
La premiére en Estados Unidos de Flores de papel (1970) de Egon Wolf por Teatro Prometeo
en 1975 causó preocupación en la comunidad del exilio cubano. La obra trataba sobre
las fuerzas creativas y destructivas de la creación artística, un tema de interés para
los prometeicos. Tuvo amplia recepción en la prensa pues fue la primera vez que Francisco
Morín dirigía en Miami. Sin embargo, algunos de los periódicos menores publicaron
editoriales condenando al autor por haber aceptado un premio de la "Cuba roja."
Una advertencia al entonces alcalde Maurice Ferré en el periódico del exilio
La verdad también difamaba a Rojas por no ser confiable. La publicación Libertad,
por otra parte, escogió esta producción y a su director Morín como los mejores de 1975.
Enredada en la "cosa cubana"
La estrella española Amparo Rivelles se vio envuelta en una controversia por propiciar
que dos conocidos actores cubanos fueran substituidos en la producción de Grateli, en 1975,
de Anillos para una dama de Antonio Gala, aduciendo que no se sabían el texto. La crítica
adversa interpretó esta actitud y sus comentarios como una posición anti-exilio,
sugiriendo que su aparente oposición a Franco era una inclinación comunista. La
controversia resurgía cada vez que la actriz visitaba Miami. Tan tarde
como fue 1978, el periódico del exilio La nación publicó un remedo de
obituario dedicado a Rivelles señalando: "Los cubanos no olvidaremos
la ofensa que usted le infligió a Rosa Felipe y Miguel Ángel Herrera."
El confuso mensaje de Prometeo
La producción en 1976 de Teatro Prometeo de la obra Prometeo, escrita
por Tomás Fernández Travieso, un prisionero político en Cuba, generó una
controversia paradojal. Aunque el montaje de la obra representó
cinco años más de cárcel
para Fernández Travieso, la polémica se produjo porque algunos críticos creyeron que la
obra no tenía un mensaje político claro. Otros, sin embargo, escribieron editoriales en
la prensa hispana y cartas personales a Rojas felicitándola por la producción.
"No indecencias en nuestros escenarios"
En la controversia que rodeó las dos producciones de Prometeo de
Fando y Lis en español (1976) y The Garden of Delights (El jardín
de las delicias) en inglés (1978), de Fernando Arrabal, se combinaron
cuestiones de decencia y de política. Arrabal, un importante autor
de vanguardia de origen español, fue calificado de comunista
por su posición anti-franquista. La crítica advirtió a los
potenciales espectadores que no asistieran a The Garden of
Delights porque incluía elementos de mal gusto. Norma Niurka,
sin embargo, salió en defensa de la obra en el suplemento en
español de The Miami News citando al diseñador de Fando, Siro
del Castillo: "no podemos permitir que en pleno siglo XX se erijan
tribunales de inquisición que nos digan que es lo que podemos escoger.
Cuando nos fuimos de Cuba nos fuimos por una serie de razones; una de ellas
era la de PODER ESCOGER. "
Si vives en Cuba ...
El famoso montaje de Francisco Morín en 1978 de Electra Garrigó, de Virgilio
Piñera, por RAS fue puesto en la lista negra porque el autor vivía en Cuba.
Aunque Piñera estaba completamente marginalizado durante los setenta en La Habana,
el hecho de que supuestamente no había tratado de emigrar lo hacía sospechoso en
ciertos círculos de Miami y eso provocó amenazas de bombas para el estreno.
La cita de Herman Hesse incluida en el programa pudiera leerse como un
comentario sobre lo que estaba sucediendo con las controversias locales:
"Cuando en la lucha de intereses y consignas se pone la verdad en peligro
de quedar tan desvalorizada, desfigurada y violentada como queda el individuo,
entonces nuestra única obligación es oponernos y salvar la verdad."
Santa Camila de La Habana Vieja
En 1979, Eduardo Corbé dirigió el clásico cubano Santa Camila
de La Habana Vieja de José Brene. Tuvo su estreno en La Habana
en 1962 y fue uno de las primeras obras en Miami en presentar sobre
un escenario los rituales religiosos de la Santería de manera respetuosa.
A pesar de la importancia de la producción y de su éxito – 40 representaciones
casi a lleno completo – el montaje suscitó debate en la ciudad debido a
que su autor todavía residía en Cuba.
Miami se convirtió en menos de 20 años en la frontera entre América Latina y los Estados Unidos. Para 1980, la población hispana había alcanzado el 41 por ciento del condado de Miami-Dade. La cara de Miami como la capital del sol estaba evolucionando. Durante esas dos décadas, hubo un número crecido de artistas y compañías teatrales cubanos que empezaron a considerarse como parte de una escena más extensa en términos internacionales y cosmopolitas. Esta última sección narra la historia de algunos de los que participaron activamente en la transformación cultural de Miami en una ciudad mundial.
La misión interamericana de Manuel Ochoa
El músico y compositor clásico Manuel Ochoa fue probablemente el primer
artista exilado en ver las oportunidades artísticas que Miami podría
ofrecer como portal de las Américas. En 1969, Ochoa creó con María
Julia Casanova el Centro de Artes de América. La misión del centro
era promover la amistad cultural y la colaboración entre todos los
países del continente americano. El patronato fundador planeó un
centro para las artes escénicas que incluía un teatro así como
escuelas para la danza, el ballet, el teatro y la pintura.
Ochoa perseveró en perseguir sus ideales interamericanos a
través de los setenta, pero su visión no se haría realidad hasta 1989
cuando finalmente estableció una organización realmente multicultural,
la Orquesta Sinfónica de Miami.
María Julia Casanova y Mujeres
Casanova fue otra empresaria visionaria que imaginó un teatro en español en
Miami aún antes de la primera ola de inmigrantes en 1959. Había montado la
obra Mujeres (The Women), de Claire Boothe Luce, en La Habana, una
producción que coincidió con la première de la obra en el Coconut
Grove Playhouse de Miami en 1959. Durante un viaje a la ciudad,
conoció a Dorothy Engle, la productora de The Women y esposa de
George Engle, quien había comprado el Coconut Grove Playhouse en 1954.
Casanova tuvo la idea de llevar la producción cubana a Miami y hacerla
en español con el diseño del Coconut Grove Playhouse. Pero los planes
de nacionalización de la Revolución Cubana la indujeron a abandonar
el teatro Hubert de Blanck que había diseñado y cofundado en La Habana y, en
unos pocos meses, su vida se transformó de ser una productora exitosa
internacionalmente a una pobre exilada en Miami. Tendría que esperar
hasta 1973 para montar Mujeres en el Dade County Auditorium.
Reconocimiento nacional para Grateli
Para 1972, la Sociedad Pro-Arte Grateli reconoció a Miami como un
centro cosmopolita y escribió un mensaje de bienvenida a sus patrocinadores
en inglés. Entre 1974 y 1977,
Grateli recibió cuatro subvenciones entre $10,000 a $15,000 cada una del
National Endowment for the Arts (NEA), a través del Programa de Artes para
las organizaciones asentadas en comunidades específicas. Grateli fue el
primer programa artístico en español de Miami en recibir una subvención
de la NEA.
Estrellas internacionales en el Miami hispano-parlante
Aprovechando el crecimiento de la comunidad hispano parlante de Miami, Grateli amplió su
repertorio para incluir producciones teatrales y actuaciones de importantes cantantes
y actores de otros países de habla hispana en el mundo. Por ejemplo,
la actriz mexicana Jacqueline Andere interpretó el rol de Margarita en
la producción de La dama de las camelias de Alexandre Dumas.
Grateli también invirtió esfuerzos considerables en presentar
conciertos, trayendo a la ciudad estrellas famosas como Rocío Jurado,
Sara Montiel y Nati Mistral.
Repertorio Español en Miami
La compañía de teatro Repertorio Español basada en Nueva York se dio cuenta de que Miami podría llegar a ser una importante sede
teatral para su teatro. Repertorio se asoció con compañías locales para traer
sus producciones de Nueva York a Miami y montarlas con actores locales.
En 1976, con el arquitecto de Miami Mario Arellano, remodelaron un espacio
en la Calle Ocho y abrieron Repertorio Español de Miami, un teatro de 280
butacas equipado modernamente.
Man of la Mancha en español
Miami fue la ciudad elegida para la première estadounidense de
Man of La
Mancha (El hombre de la Mancha) en español. En 1975, el Miami
Summer Star Theater produjo El hombre de la Mancha con un elenco
de estrellas internacionales, en el que figuraban los actores
cubanos Ana Margarita Martínez-Casado, Mario Martín y Velia
Martínez. También actuaba el actor mexicano Claudio Brook,
quien la había representado en inglés en el musical en Broadway y en
español en México. La conductora y directora musical de la
producción Karen Gustafson, fue citada en The Miami News:
"El desafío de esta primera incursión teatral es darle a la
comunidad latina de Miami un memorable y entusiasta evento,
mientras se le ofrece a la comunidad anglo-parlante una experiencia
similar a la que tiene cuando van a ver una ópera en un idioma extranjero"
(Agosto 7, 1974: p. 8A).
Español en el Coconut Grove Playhouse
Players State Theater, la compañía residente del Coconut Grove
Playouse entre 1977 y 1982, también reconoció el potencial del público hispano parlante.
Subvencionaron publicidad para sus espectáculos en una variedad de programas de
producciones en español. En 1978, el Coconut Grove Playhouse habló en español
por primera vez cuando montó la obra más importante del dramaturgo Carlos Felipe,
Réquiem por Yarini (1960). Felipe era un autor casi desconocido en Miami. Su hermana,
la actriz Rosa Felipe, se unió a un elenco de reconocidos actores en una producción
que recibió reseñas mixtas.
Miami y las artes escénicas en español
Los artistas cubanos, otros latinoamericanos y latinos empezaron a reconocer que Miami era un
sitio ideal para las artes escénicas en español. En 1978, la actriz argentina Jordana Wester
produjo Drácula 1928 con un elenco que incluyó actores de diferentes nacionalidades hispano-parlantes. Los artistas con base en Nueva York empezaron a venir a Miami, enriqueciendo la
escena teatral con nueva energía. El famoso director cubano Herberto Dumé, por ejemplo,
se mudó a Miami al finalizar los setenta, como hicieron muchos artistas cubanos que residían
en el extranjero. Incluso estrellas de la opera como Antonio Barasorda, el reconocido tenor
puertorriqueño de la New York City Opera, escogieron a Miami para fijar en ella su residencias.
Miami es anfitriona de una importante conferencia internacional de teatro
El Simposio Latinoamericano de Teatro de la Universidad Internacional de la Florida
en 1979 solidificó a Miami como un sitio
importante para el teatro latinoamericano.
Algunos de los artistas teatrales y académicos más reconocidos de América Latina,
Europa y de ciudades de todo Estados Unidos vinieron a participar; entre ellos,
Osvaldo Dragún and Griselda Gambaro (Argentina), Isaac Chocrón (Venezuela),
Carlos José Reyes (Colombia), Alonso Alegría (Perú) y Luis Molina (España).
Los artistas locales se unieron a estas personalidades internacionales en un
evento que demostró que Miami se había convertido en un centro significativo
de la actividad teatral latinoamericana.
La generación del Mariel
En 1980, Miami y la comunidad cubana se transformaron de raíz por causa
del desembarco del Mariel. Muchos escritores y artistas visuales importantes
llegaron durante el éxodo masivo que trajo cerca de 125,000 cubanos al sur
de la Florida en un lapso de siete meses. En las artes escénicas, estaban
incluidos artistas como Evelio Taillacq, Zobeida Castellanos, Pepe Carril,
René Ariza y Juanita Baró. Otros, como Julio Gómez y Alberto Sarraín,
llegaron durante este período de Europa. Todos serían los protagonistas
de los fructíferos años ochenta.
Cuban Heritage Collection
University of Miami Libraries
University of Miami, Coral Gables, Florida
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